Hace miles de años que el hombre y el barro se conocen, y tienen establecido este dialogo en el que el hombre consigue del barro un recipiente para su uso. En los periodos eneolíticos y neolíticos el barro es el gran compañero del hombre. Utilizara estos recipientes para guardar el grano y todo lo que constituía su dieta alimenticia.

La primera pieza decorada en España que viajo por los mercados de otros pueblos fue el “vaso campaniforme”, pertenece al tercer milenio antes de Cristo, tiene decoración incisa rellena de pasta blanca. La cerámica anterior a este vaso que se ha encontrado en la península no tiene adornos.

Cerámicas de Talavera

Hasta el siglo XVI los alfareros hacen una cerámica de uso, para cubrir las necesidades de la ciudad y de los pueblos de sus antiguas tierras. En el siglo XVI a la loza de uso se le une la azulejería y los alfareros comienzan a tener peso en la ciudad.

En el siglo XVII hay una transformación en la sociedad talaverana, al modo de vida agrícola y ganadera se une el de la alfarería. En el siglo XVIII soporta la fuerza y el empuje de la Real Fábrica de Sedas; no quiere perder sus privilegios y existe una pugna entre los dos estamentos por destacar en todo acto social y religioso.

A lo largo del siglo XIX Talavera se abre al comercio y elemento cerámico mal pervive. En el siglo XX, hasta la Guerra Civil, Ruiz de Luna sirve de guía para que otros se unan y podamos señalar un verdadero florecimiento. Después del 26 subsiste y comienza una nueva andadura por los añosa 60, que, aunque son subidas y bajadas, sobrevive hasta nuestros días.

El interés de los muchos obreros de Ruiz de Luna y Niveiro, más otros nuevos que se incorporan: Montemayor, Ginestal, Saso, Mauri…, la misma Escuela de Cerámica, ha sido la causa de un florecer donde aparece un interés por nuevas formas, por nuevos diseños y por una cuidada calidad pictórica.

Siglo XVI: Los inicios

La cerámica de Talavera adquiere nombre propio a partir del siglo XVI. Anteriormente su producción para uso domestico cotidiano tenía un tinte popular y las formas típicas del quehacer toledano, dentro de lo mudéjar.

La cerámica de Talavera en tiempos de Carlos V es mudéjar, pero durante el reinado de Felipe II se define como renacentista o italo-flamenca y se elabora según la técnica de “sobrecubierta”. La decoración basada en tonalidad estannífera y la paleta cromática es formada por azules de oxido de cobalto, negros de manganesos, verdes de cobre, amarillo de antimonio y naranjas de oxido de hierro. Jan Floris lleva esta técnica a Talavera hacia 1562 realizando en esta ciudad la azulejería para el alcázar de los Asturias de Madrid. Para hacer posible la gran cantidad de azulejos que piden para las obras reales, los alfareros talaveranos aprenden las nuevas técnicas y dibujos, de esta manera aparece la cerámica renacentista de Talavera.

Siglo XVII: Ciudad de la cerámica

Las circunstancias negativas, en el aspecto económico, durante el reinado de Felipe III fueron un hecho positivo para la cerámica de Talavera. La nobleza y el clero usaban en sus mesas vajillas de metales preciosos hasta que en 1601, el duque de Lerma, en una pragmática prohíbe las “colgaduras y aderezos de casa de brocados y telas de oreo y plata bordado y hechuras de joyas de oro y piezas de plata”. Con esta pragmática intentaba solucionar la falta de metal para fabricar monedas.

El Rey en primer lugar y después toda la nobleza se fijaron en la cerámica de Talavera y sus mesas se fueron llenando de vajillas fabricadas en esa ciudad. De los 1500 vecinos que tenia Talavera en el siglo XVII más de 200 trabajaban en los alfares. La cerámica aporta un nuevo rasgo a la ciudad, es cuando empieza a construir su sobrenombre de ciudad de la cerámica.

El Rey Felipe III con la pragmática de 1601 y el monopolio de que gozaban Triana y Talavera en el comercio con América, fueron la causa determinante del esplendor que consiguió la cerámica de Talavera.

En este siglo XVII y primer tercio del XVIII, un azul pálido se hace vuelo en forma de golondrina; es la conocida serie chinesca o de las golondrinas. La decoración es una orla de hoja de palma unas veces; otras tiene el helecho por motivo; en el centro una o dos golondrinas o patos junto a un matorral. Esta influencia china llega a Talavera a través de Portugal.

Siglo XVIII: Aires nuevos

En este siglo, desde 1730 la loza talaverana cambia su semblante, pierde su raigambre tradicional y busca otros soles, no inferiores, distintos.

El siglo XVIII nos muestra que la cerámica de Talavera no tiene la tradición como corsé que la impide respirar aires nuevos; la influencia francesa y de Alcora Transforman el que hacer alfarero de Talavera, aunque como jugo escondido, mantiene un aire que si es propio: la manera especial de usar los colores, los trazos de las pinceladas y la armonía de su conjunto. Sin embargo el siglo XVIII es el siglo de las dudas, del decaimiento.

Siglo XIX: El esplendor se agota

A finales del siglo XVIII Talavera y Triana pierden su privilegio de ser las únicas deramicas que podían comerciar con tierras americanas. Ya en el siglo XIX la Guerra de la Independencia y la desaparición de comercio con América constituyen las causas definitivas de la decadencia. La poca cerámica que se produce toma un carácter popular y se identifica con su paleta, baños y colores, con la cerámica de Puente del Arzobispo; solo las formas de sus piezas siguen siendo talaveranas.

Al finalizar el siglo XIX se producen platos de “rosillas” y del “pajarito”. Platos sencillos, de color blanco que en el borde tiene un filete azul y en el canto o fondo del plato una florecilla. Con este telón de fondo surgirá la cerámica de Ruiz de Luna.

Siglo XX: El florecimiento de la cerámica con Ruiz de Luna

El florecimiento que se produce en la primera mitad del siglo XX vuelve a sembrar de azulejos y colores talaveranos jardineas y parques de tierras americanas y españolas.

La cerámica Ruiz de Luna es estudio, dominio y creación. Es estudio porque busca los datos históricos que le acerquen al tiempo y a los hombres de la Talavera alfarera, observa las piezas antiguas y las reproduce; un fragmento es suficiente para reconstruir una obra. Es dominio por los conocimientos técnicos que utiliza con soltura, investiga colores y pastas, forma a sus empleados, actualiza formas y motivos, el torno y el pincel no conocen imposibles. Es creación porque de su alfar salen obras totalmente suyas; consigue que sean talaveranos dibujos y temas que eran propios de obras cerámicas antiguas; supo jugar y conjugar en sus piezas el tiempo.

Granada

Verde y azul

La Cerámica Popular Verde-Azul granadina es un fruto del siglo XIX.
Estos alfares producían y decoraban sus piezas en este estilo que combina esmaltes de cobalto y verde de cobre.

Sus motivos son simples y de predominio geométrico, envolviendo o alternando con abstracciones vegetales o animalísticas; todos planteados de manera popular e ingenua, no desprovista de una cierta espontaneidad y frescura.

Estilo Antiguo

Está basado en la técnica reconstruida con los primeros latidos del más puro y pionero blanco árabe, crudo o semicrudo pero preparado a la manera de aquellos hermosos vidriados que aun brillan en la Alhambra.

En seguida sobre esta capa de blanco semitransparente y puro a veces con un leve craquelado la sobriedad de un azul cobalto, un manganeso, y un verde cobre semidifuminado, pretenden descubrir con esa danza de pájaros, florestas y contorsionadas granadas los valores de una tarea tan noble como la realización de la más pura y autentica <> además de recuperar el aliento infantil y sabio de aquellos alfares que supieron captar el trazo vital de las cosas y trasladarlas al plano cerámico de un albur de pinceles

Antiguo especial

Denominamos antiguo especial a un tipo de decoración cerámica que, apoyándose en los mismos elementos y materiales que la línea antigua, alcanza un nivel de depuración singular, tanto en los motivos geométricos como animalísticos y nos recuerda el más puro sabor de la cerámica árabe.

Cuerda seca

La cuerda seca es una venerable especialidad cerámica que remonta sus orígenes allá por el siglo XI. Su técnica de esmaltado recuerda a los esmaltes Cloissoné, aunque en ella los tabiques que separan las distintas partes del dibujo y color están realizados con una pintura grasa que hacen de barrera de contención al esmalte.

El dominio de esta técnica permite alcanzar resultados de gran espectacularidad y brillantez, con efectos de exuberante colorido que parecen brotar de la cerámica hacia un espacio paradisiaco y floral.

Un marco caleidoscópico parece envolver pájaros de cristal, joyas florales, paisajes multicolores; quizás sea esta la técnica cerámica mas prodiga y capaz de todas las presentes.

Cerámica Iberomeya

El ESTILO IBEROMEYA interpreta la fusión d dos estilos distintos y distantes en el tiempo; la cerámica IBERICA y la OMEYA.

La IBERICA es sencillez, espontaneidad, expresadas con precariedad de recursos técnicos.

La OMEYA ya conoce bien los esmaltes y su depuración en los dibujos alcanza un nivel que sirve de eslabón para llegar a la famosa LOZA DORADA Nazarita que hizo famoso al Reino de granada.

Al recuperar y fundir estos dos estilos en uno, queremos homenajear a estas civilizaciones a veces olvidadas, a las que debemos volver la mirada para comprender que algo profundo está muriendo entre nosotros.

Por eso, a pesar del desenfrenado culto al progreso que vivimos es importante rescatar estas formas perdidas para devolverlas a la contemplación y de su mano toda una cultura, sensibilidad, intensidad de dedicación a los oficios y una alquimia que a veces roza lo ritual.

Los materiales utilizados en la cerámica de esta época, se pronuncian a través de una profusa decoración geométrica y animalistica y dan lugar a una bella cerámica caracterizada por un blanco texturado con un leve craquelado y sobre él, un manganeso y verde en armoniosa y expresiva y expresiva combinación, muestra de la gran sensibilidad y grado de dedicación de estos pueblos, antecesores por otra parte de lo que sería más tarde la revolución artístico-cerámica de la época; este avance alcanzo cotas, quizá jamás superadas, gracias a la espectacular Loza Dorada.

Cuatro mil años antes, cuando apenas se conocía el esmalte cerámico valiéndose de los engobes y la arcilla el hombre necesito de unos espacios para su urgente necesidad y desarrollo lo que hoy llamamos las cerámicas ibéricas, decoradas con oxido de hierro y algo de bórax.

Así esta cerámica IBERO-OMEYA homenajea y pretende recuperar estos dos polos de las viejas culturas.

Rescatar hoy las artes y ponerlas sobre un tapiz de modernidad y tecnología no es tarea fácil, sin embargo podemos decir, ( y enorgullecernos de ello ) que estamos habilitando sobre un viejo papiro que se llama Granada, Una Granada cargada de historia que en su tiempo dio nombre a la cuna de la cultura europea. Y es importante recatar y devolver a la contemplación aquellas formas incompensables perdidas por el desprecio y el olvido.